La importancia de los dos procesos electorales autonómicos,
en Andalucía y en Asturias, de ayer domingo han dejado unos cuantos datos de
interés.
En Andalucía el PP le ha puesto el disfraz de “victoria
histórica” a lo que ha significado un auténtico fracaso tanto para el señorito
Arenas, que debe asumir que jamás gobernará Andalucía, como para Rajoy y su
continua intención de humillar al ciudadano con su prepotencia y su mayoría
absoluta. La marea azul no supera Despeñaperros. En el PSOE todo es satisfacción,
pero dudo que haya mucho que celebrar cuando, por primera vez desde que llegó
la democracia, no ganan unas elecciones en este tradicional feudo socialista, y
cuando por el camino se han quedado más de medio millón de votos y nueve
escaños desde la anterior convocatoria. La verdadera ganadora de estas
elecciones parece IU, que ha conseguido doblar su representación en el
parlamento para convertirse en decisiva en un gobierno de izquierda real. La
federación debe imponer sus condiciones para que el PSOE abandone el rumbo
equivocado, y para que éste pueda honrar las etiquetas de socialista y obrero
que tan grande le quedan hoy en día.
En Asturias la reválida de Álvarez-Cascos se ha saldado con
una victoria del PSOE, que no gobernará. A la espera de confirmar un escaño que
aún baila entre Foro y PSOE, al centro derecha, Foro y PP, le da para formar un
gobierno en mayoría. Ambas formaciones, castigadas por el electorado con la
pérdida de más de 65000 sufragios y 3 escaños respecto al año pasado, están
condenadas a pactar y a disimular sus enfrentamientos personales, sino quieren
salir verdaderamente dañadas definitivamente. IU es la única formación con representación
en la anterior Junta General que ha subido tanto en votos como escaños,
confirmando su continuo crecimiento. Y finalmente UPyD, que logra el ansiado
diputado, y a la espera de saber si pueden convertirse en llave de gobierno a expensas
de donde acabe el escaño que aún está en el aire.
Pero hay un dato en ambas convocatorias especialmente
revelador, la escasa participación. Esta abstención revela una indignación en los
ciudadanos frente a la clase política, decidiendo no acudir a las urnas hartos
de un sistema que no les representa y que no les soluciona los problemas
reales. Es un rechazo a la corrupción y al fraude político, al bipartidismo, a
la ley electoral, a que gobiernen los mercados y los poderes fácticos, a una
Europa de mentira, a esta democracia, en definitiva, a un modelo social y
económico que busca la sumisión y la resignación.
Ni debemos ser sumisos, ni debemos resignarnos. Debemos
proyectar toda esta indignación. Y si a través de las instituciones no se
puede, sólo queda un camino, tomar la calle. Es el único foro de respuesta que
le queda al ciudadano, e históricamente el más efectivo. No debemos
desaprovecharlo, y el próximo jueves 29 tenemos una cita. La Huelga General
debe paralizar todo el estado, y debe servir además de para frenar la reforma
laboral y las políticas de recortes del gobierno, para rebelarse contra un
sistema social y económico que continuamente nos desprecia.
Se nota que no tienes ni idea de estadistica.... faltan los votos de los votantes del PP que han castigado a Rajoy por hacer política de izquierdas... y lo tiene merecido.
ResponderEliminarA mí me parece un análisis razonable. Felicidades y un saludo cordial.
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