jueves, 5 de abril de 2012

Noticias desde Finlandia


Cuentan las crónicas que Finlandia, ese frío país nórdico donde jamás Messi y Cristiano jugarán un partido como locales o donde José Tomás jamás saldrá por la puerta grande, ha aprobado recientemente una reforma laboral. Alarma, miedo en el cuerpo. Finlandia, al igual que España, es miembro de la unión europea y también adoptó el euro como divisa. Finlandia, al igual que España, está presidida por un gobierno conservador de reciente formación, cuyo Primer Ministro es Jyrki Katainen, el mismo al que Rajoy confesó que su reforma laboral le costaría una huelga.

Con estos antecedentes lo lógico sería pensar que la Merkel y el Sarkozy han impuesto al gobierno finlandés, como han hecho con España, un recorte brutal de los derechos laborales como única salida para generar confianza en los mercados. Pero la sorpresa es que no, que ha sucedido todo lo contrario.


Finlandia, pasando olímpicamente de las premisas europeístas y apostando por su mercado interior, ha promulgado una reforma laboral basada en la protección de los trabajadores y los desempleados. Fruto de un acuerdo tripartito entre sindicatos, patronal y gobierno, esta reforma, básicamente, potencia los derechos de los trabajadores temporales para equipararlos a los indefinidos, aumenta las prestaciones de los desempleados, e incluye un aumento salarial y un aumento en las cotizaciones sociales de empresas y trabajadores a cambio de reducciones fiscales. Todo ello con el objetivo de dinamizar el consumo interno e impedir que éste se estanque.

Puede ser una osadía comparar España con Finlandia, y es cierto que el despido en Finlandia no conlleva indemnización. Pero igual de cierto es que la empresa que despide sin causas socialmente objetivas tiene los días contados, y además existen políticas activas de empleo, en España han sufrido un recorte del más del 20% en los presupuestos generales, que garantizan un nuevo empleo similar al anterior en poco tiempo.

Aunque más allá de datos económicos la diferencia es mental. El retraso social de 40 años de dictadura aún nos pesa como una losa. Y mientras aquí se construyó una desastrosa economía sobre un ladrillo para especular, en Finlandia se invertía en investigación, ciencia y tecnología, materias que también han sufrido un serio recorte en los recientes presupuestos españoles, y en la creación de un Estado de bienestar de todos y para todos.

Me preocupa la imagen que se llevó de España el Primer Ministro finlandés tras la conversación con Rajoy, de un ridículo espantoso. Pero más me preocupa que haya tanta gente en España que haga caso del discurso que dice que no existen otras alternativas. ¿De verdad tú te crees que no existen otras alternativas?

3 comentarios:

  1. Creo que las únicas alternativas que nos quedan son las urnas y para eso tienen que pasar cuatro años.
    Muy buenos los artículos, enhorabuena.

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  2. Estimado Jorge, Finlandia es un país muy serio y por desgracia nuestra España es un país bananero con políticos corruptos. Saludos y felicidades por tu excelente blog

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    1. Efectivamente: España es un país bananero. O sea, que África empieza en los Pirineos. Pero ¿qué se puede hacer?. Finlandia es un ejemplo, sin duda. Lo que no podemos hacer es esperar cuatro años. Nos llevan a la ruina.

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